‘El año en que nació el demonio’, despeja el origen de la sociedad masculina opresiva

El crimen y la corrupción, pero también los malos augurios y la incertidumbre. El virreinato del Perú en el siglo XVII fue “una época oscura, abundante en intrigas y envuelta en los fantasmas de la superstición y la idolatría”.

Un ambiente que el escritor peruano-español Santiago Roncagliolo (1975) retrata en su novela más reciente, El año en que nació el demonio (Seix Barral), un thrillerhistórico que “despeja el origen de la sociedad masculina opresiva”, comenta en entrevista el narrador que radica en España.

La novela empieza con un suceso escalofriante en la Ciudad de los Reyes: en una noche de 1623, una de las monjas clarisas de Lima dio a luz en un convento a un horripilante ser de dos cabezas, lengua bífida y ocho extremidades.

nacimiento del engendro coincide con la aparición en la capital de una mujer de nombre Rosa, quien, se dice, es capaz de hablar con Dios y con el Diablo. Bruja o santa, quien sería beatificada en 1671 como Santa Rosa de Lima, se convirtió en el objetivo del Santo Oficio.

Toda la novela es una carta que envía un inquisidor novato al Tribunal de la Santa Inquisición de España, que trata de evaluar si canonizaban a Santa Rosa. Finalmente, a ella la canonizaron, pero a sus amigas monjas casi las queman.

Era un mundo no racional, en todo se veía una manifestación de Dios o del Demonio. Las mujeres se entregaban a uno o a otro. Las beatas eran como estrellas de rock, tenían seguidores, las rodeaban para que les curaran enfermedades o les consiguieran amores. Era un mundo de magia negra”, explica.

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El ganador del Premio Alfaguara de Novela por Abril rojo confiesa que lo que más le sorprendió del siglo XVII es cómo varias cosas se mantienen en la actualidad.

Aún es un problema culpar a las mujeres por la violencia cometida contra ellas mismas. Eso es el origen del concepto de las brujas.

Por ejemplo, en un manual de inquisidores sobre el martirio de las brujas se apunta que si un hombre no tiene una erección es culpa de la bruja; o, si engendra un hijo en una mujer, mientras lo posee el demonio, no es hijo suyo, sino del demonio”, agrega.

Otra cosa que lo sacudió, prosigue, es la cultura de la admiración por el dolor y el sufrimiento. “La idea del dolor como algo que te hace bueno, como algo que debes ofrecerle a Dios. El odio o el terror al cuerpo, que se mantiene en los sectores más conservadores, era tan intenso que te hacía infringirte varios castigos; como Santa Rosa que, si alguien le decía que sus manos eran hermosas, las metía en cal viva”.

El autor de Y líbranos del mal afirma que los conventos se convirtieron en repúblicas de mujeres liberadas.null

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Eran lugares donde las mujeres hacían lo que querían: recibían a sus amantes, se acostaban entre ellas, organizaban corridas de toros, parían y criaban a sus hijos. Al final, eran un remanso de libertad. El Ejército tomaba el control de los conventos cuando ya se volvían demasiado escandalosos”.

Dice que “la principal ocupación del virreinato en Lima, y en todas las nuevas colonias, no fue quemar brujas, sino controlar a los curas que violaban a las mujeres que se iban a confesar, eran guardianes de la moral. Esto muestra la banalidad del mal, la gente hace cosas terribles, pero no porque sea mala, sino porque no ha reflexionado sobre esos actos”.

Con las brujas, demonios y engendros como punto de partida, Roncagliolo narra la guerra de los mineros, el ataque de los piratas y las revueltas, guerras y muertes que siguieron al nacimiento de ese monstruo, “que sí fue algo real”.

Destaca que “la pregunta en la novela es dónde está el demonio, el mal, porque hasta encontrarlo se sabrá a qué ha venido”. Y cuestiona qué es crecer con miedo. “El poder colonial se basa en el miedo. El imperio se legitima porque actúa en nombre de Dios, hay que salvar a la gente del demonio, darles la verdadera fe, la de un Dios más fuerte”, concluye.

El autor del libro de cuentos Lejos señala que, después de estar inmerso durante casi diez años en esta época oscura, ahora se concentrará en su próxima novela, que será “bastante personal, emocional y desestabilizadora”.

cva

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