Metro, una caja musical

Por los andadores, vagones y transbordos se han formado carreras como las de Mon Laferte, Rockdrigo González y Café Tacvba. Incluso han sido transitadas por Jarvis Cocker, vocalista de Pulp

CIUDAD DE MÉXICO.

En medio de los señalamientos por el pobre mantenimiento a la bestia subterránea de esta urbe, el Metro, se recuerda que sus arterias albergan cualquier cantidad de historias amorosas, trágicas, tristes, alegres y anécdotas dignas de recordar en la posteridad.

Ya le pasó a nuestro Profeta del Nopal, el gran Rockdrigo González, en sus famosas Hurbanistorias, cuyo imaginario lo hizo secuestrar un convoy con todo y conductor del transporte colectivo. Un crimen imperdonable, pero a la vez inocente, pues en su famoso tema Estación del Metro Balderas lo único anhelado por el raptor era narrar la triste historia de un amor perdido en esa concurrida parada.

El Dylan mexicano había creado, en 1982, un hito para la música capitalina y Álex Lora lo supo en el instante que grabó un cóver reversionado de la obra original,  pero el viaje que trazó El Tri también es memorable. El guadalupano cronicó su propia búsqueda a través de La Villa, San Simón, Copilco y la Escandón, pero tampoco encontró a la bella dama, arrastrada por el mar de gente.

Por obvias razones, lo que sucedió el lunes por la noche en la Línea 12 es indignante. El desplome arrastró vidas humanas, lesionó a la clase trabajadora.

Ellos, como la mayoría de los citadinos, no tendremos buenos recuerdos si llegamos a pasar por tal zona, no perdurarán buenas memorias como las albergadas por el protagonista de El Metro, tema de Café Tacvba (particularmente de Meme del Real, su autor), un hombre arraigado en el subsuelo, recorriendo sin rumbo la Línea 2 y alimentándose de las chucherías vendidas por los vagoneros para aliviar su añoranza por un amor.

¿Qué habrá sentido Jarvis Cocker, integrante de Pulp, cuando abandonó el lujo otorgado por los promotores de su show en la CDMX y decidió recorrer parte de sus  zonas a bordo del Metro? Era abril de hace nueve años y todos éramos felices, caminábamos sin cubrebocas y, con suerte, podíamos encontrarnos a un mítico músico como él.

Ahora, vamos Camino a ninguna parte, como Los Estrambóticos cantan en la canción de su famoso debut Piel de banqueta, de 1997. Pino Ruelas, su vocalista, tuvo a bien relacionar metafóricamente el andar sin destino del protagonista de la historia, que desesperadamente desea un Metro sin estaciones para no transbordar.

Y todos cantamos con singular alegría esas canciones cuando se tocan en vivo, gritamos cada letra; inconscientemente estamos celebrando al devorador naranja, al mismo que en hora pico le mentamos la madre. Una ironía más de la vida en esta demarcación.

¿Pero qué tal cuando alguien da un show sorpresa en el famoso entronque de San Lázaro? Si llevamos un cambio, alcanza para unos tacos de canasta y un chesco, ideales si nos encontramos con Madame Récamier, Liran’ Roll, el mismísimo Lupillo Rivera, La Tremenda Korte, el finado Vaquero Rocanrolero, Charlie Monttana y Hello Seahorse, con la voz de Denisse. Ya si se arma el slam, el olor de los vagones, con sus siempre averiados ventiladores, se mezcla con el hedor emanado de los kamikazes y aporta para otro recuerdo más como usuario. Imborrable. Toda una experiencia por cinco pesos, ¿no?

Sus pasadizos también son semilleros de talentos. Hace cuatro años Mon Laferte se subió por última vez a cantar al metro Auditorio, pero en sus inicios y llegada a México lo hacía cotidianamente, ahora sería hasta imposible abordarlo.

Esa línea naranja, la siete para no olvidar la formalidad de su numeración, es imán para todos los artistas. Ahí mismo, donde el espíritu nocturno del Auditorio Nacional abundaba las noches de la vieja vida sin coronavirus, el argentino Axel hizo un experimento social; como no era tan conocido, en 2012 entró con su guitarra, se puso en cuclillas e interpretó una canción para ganarse tres pesitos depositados en su estuche.

En contraparte ha habido tocadas con mucha audiencia, como la que realizó La Sonora Santanera o el mismo Álex Lora, en la glorieta del metro Insurgentes.

os sureños también han tenido sus visitas, Daniela Spalla les hizo el honor en 2017. Un palomazo en el andador de Universidad aportó al anecdotario, y Amor difícil es la banda sonora de su visita. Repitió la experiencia, rodeada de un flujo de ir y venir, cuando en una conexión de Pino Suárez se echó Prefiero olvidarlo para promover su épico show en el Teatro Metropólitan del 1 de septiembre de 2019.

Flor Amargo no es la excepción. Apenas subió un video a sus redes sociales para plasmar lo importante de cantar en los vagones, pese a ser una actividad prohibida.

En una de las ocasiones que cantó en el Metro, en la estación Zapata, tuvo de invitada a Ana Bárbara.

Pero su sencilla reflexión hace posible el remate de esta recapitulación, que enarbola en todo sentido la importancia del Metro en la cultura popular del chilango.

Metro, me dueles. Te amo, amo a tu gente y mando luz a todas las familias de las víctimas, con esta canción”, escribió. Y como dijimos al inicio del texto, nos hiere mucho la indiferencia ante el desgaste y falta de mantenimiento de nuestro amigo y necesitado Sistema de Transporte Colectivo Metro.

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